10 de septiembre de 2009

¿Por qué le habrán puesto vacunas?

La viruela fue la primera enfermedad que el ser humano trató de combatir inyectándose a sí mismo otra enfermedad (esto es lo que conocemos como vacuna). Ahora, ¿por qué vacuna? Porque en 1796, un médico rural muy piola que se llamaba Edward Jenner, vio que las recolectoras de leche (sí, recolectoras de leche) se contagiaban con frecuencia un tipo de viruela de las vacas a las que ordeñaban cotidianamente, y que por agarrarse esta enfermedad de la vaca, safaban de agarrarse la viruela común que afectaba con gravedad a los seres humanos. Jenner entendió que la viruela animal inmunizaba a las personas de la viruela humana.

Entonces el amigo Edward extrajo líquido de la infección producida en una recolectora de leche (sí, recolectora de leche) y se lo inyectó a un pequeño de ocho años (no había hamsters todavía). Después de cuarenta días le inyectó la viruela común y ¡eureka! el pendejo como si nada.

A partir de ahí, el uso común cobijó la expresión “poneme la vacuna” o “ponémela” como decían las recolectoras de leche. Nada, lo importante es que la vacuna, el asado, la leche, todos sus derivados, el cuero, miles de canciones, cientos de cuentos, y vaya uno a saber cuántas cosas más, se las debemos al mismo animal: al hombre.