16 de febrero de 2010

Cuento Rioplatense

Estaba esperando un móvil en la parada de taxis, cuando el pibe que da una mano en la garita me dice señalando la valija:
– Eso no te preocupes que ahora lo ponemos en la valija.
Me quedé pensando y deduje casi por descarte que aparentemente allá llaman valija a lo que nosotros llamamos baúl. Entonces cuando vino el auto aproveché la situación para preguntarle y me dijo que sí, que esa parte del auto efectivamente se llamaba valija.
- ¿Y a esto cómo le dicen? – le pregunté señalando la valija.
- A eso valija también - me contestó.
No pude evitar soltar una carcajada mientras hacíamos fuerza juntos para levantarla.
– Jodeme ¿O sea que estamos metiendo la valija adentro de la valija? – le pregunté jocoso.
– Y sí. Claro. – me contestó con un tono seco.
Levanté la vista y estaba serio, con el ceño fruncido, casi ofendido. Supuse que mi risa lo había hecho sentir agredido o algo por el estilo. Le expliqué torpemente que nosotros lo llamamos de otra forma pero, al parecer, explicarle algo significaba todavía estar un peldaño arriba de él. Entonces me di cuenta de que ya era tarde para cualquier tipo de arreglo. Desconfiado e irreductible terminó de cerrar el baúl (la valija para él), se dio media vuelta y se metió en la garita.
El taxi se alejó y mis primeros 10 minutos en Montevideo los pasé pensando que a veces los porteños quedamos mal sin querer. Como si estuviese escrito de antemano que somos sobradores y tenemos aires de superioridad. Como si fuera un estigma por el simple hecho de ser porteños.

1 comentario:

Vidiella dijo...

Tranquilo, el tipo era un jodido.

Just for de record, si decís baúl también te entendemos.