22 de febrero de 2010

Cuando se es una metáfora

Ella es oro y él montaña. Y al revés. Por eso crean juntos una montaña de oro: genial, fantástica, cautivante e inexistente montaña de oro. Y es que a veces somos una metáfora, donde lo real existe sólo por separado y lo hermoso existe sólo en la irrealidad. Y se desenfrenan los quilates. Y se exasperan los barrancos. Y se sueñan fantástica posibilidad de uno en el otro.
Cuando se es una metáfora, y lo imposible prevalece sobre lo posible, la inexistencia se vuelve tan contradictoria que al final de cuentas se existe, en perfecta complejidad, entre jamás y para siempre.

16 de febrero de 2010

Cuento Rioplatense

Estaba esperando un móvil en la parada de taxis, cuando el pibe que da una mano en la garita me dice señalando la valija:
– Eso no te preocupes que ahora lo ponemos en la valija.
Me quedé pensando y deduje casi por descarte que aparentemente allá llaman valija a lo que nosotros llamamos baúl. Entonces cuando vino el auto aproveché la situación para preguntarle y me dijo que sí, que esa parte del auto efectivamente se llamaba valija.
- ¿Y a esto cómo le dicen? – le pregunté señalando la valija.
- A eso valija también - me contestó.
No pude evitar soltar una carcajada mientras hacíamos fuerza juntos para levantarla.
– Jodeme ¿O sea que estamos metiendo la valija adentro de la valija? – le pregunté jocoso.
– Y sí. Claro. – me contestó con un tono seco.
Levanté la vista y estaba serio, con el ceño fruncido, casi ofendido. Supuse que mi risa lo había hecho sentir agredido o algo por el estilo. Le expliqué torpemente que nosotros lo llamamos de otra forma pero, al parecer, explicarle algo significaba todavía estar un peldaño arriba de él. Entonces me di cuenta de que ya era tarde para cualquier tipo de arreglo. Desconfiado e irreductible terminó de cerrar el baúl (la valija para él), se dio media vuelta y se metió en la garita.
El taxi se alejó y mis primeros 10 minutos en Montevideo los pasé pensando que a veces los porteños quedamos mal sin querer. Como si estuviese escrito de antemano que somos sobradores y tenemos aires de superioridad. Como si fuera un estigma por el simple hecho de ser porteños.

Montevideo


No te voy a decir que es Suiza, pero cuando los grandes problemas están más o menos encaminados, una sociedad se puede ocupar de pequeñas cosas, como del pelotudo que en el colectivo o en el subte escucha la música a todo lo que da con su celular.
Mi abuelo es un Uruguayo de 93 años, y lo fui a visitar antes de viajar. Entonces me dijo: nene, te pido un favor, cuando vuelvas, vení a visitarme y quiero que me cuentes: (enumerando con sus dedos arrugados y huesudos) el respeto, la educación, la cultura, la forma de vivir, y las tradiciones. Pero sobretodo, el respeto.
Hay sólo un charco en el medio abuelo, pero se dice que la mayor distancia entre dos puntos es el tiempo. No tiene que ver con estar lejos o cerca. Tiene que ver con las cosas que una sociedad conserva o proyecta para su presente.
Mi abuelo, por conveniencias de la salud, no viaja desde hace 15 años, ni al Uruguay ni a ningún lado. Pero es envidiable la seguridad con la que habla de su país.