19 de diciembre de 2008
7 de octubre de 2008
Mensajes Detesto
- Detesto en facebook el conflicto que me genera que una persona que no es mi amiga me mande una "solicitud de amigo" y que las opciones sean Confirmar o Ignorar. Tendría que existir la opción Ponele.
- Detesto el "ganá 3 veces más" de Gillette, dando a entender que si te afeitas te pueden llegar a enfiestar tres minas de fashion tv.
- Detesto a mi viejo que para despertarse pone la radio al mango con el fucking negro Oro cantando.
- Detesto que me cobren 20 mangos un fernet que es 80% Coca Cola y 10% hielo.
- Detesto, en un ida y vuelta de mensajes de texto, el último e innecesario "ok".
- Detesto entrar a un negocio y sentirme un boludo cuando tengo que decirle al vendedor "estoy mirando".
- Detesto a la gente que te habla de comer sushi con el entusiasmo con el que sólo se habla de comer un asado.
26 de septiembre de 2008
Nos vemos.
La nena venía en los hombros de él. A cocochito, como se le dice hasta que uno es grande y boludo como para andar haciendo cacofonía. Ella venía del brazo de él, como si la carga de la nena no fuera suficiente, o como si existiera una clásica rivalidad freudiana entre madre e hija. Él venía con la nena en andas, y con ella del brazo.
Sin embargo, eso no era todo. En algún punto no eran sólo tres. También estaba el bastón blanco. Estaba en las manos de ella y de él. Y cómo era blanco, y no tocaba el piso, era más que un bastón. Era la ceguedad de él, que reposaba, para cargar a la nena. Entonces ella, innecesariamente colgada de su brazo antes, y necesariamente colgada de su brazo ahora, era más que ella. Ella era ella, y el bastón. Un bastón que sonreía, reía y hablaba. Y en conjunto eran perfectos. Quiero decir, era perfecta su imperfección. Porque de alguna manera, sin médicos ni operaciones, habían eliminado la ceguera de él. Porque ese bastón blanco no tocaba el piso y descansaba en sus manos. En las manos de ella, el verdadero bastón, y en las manos de él, que veía sin necesidad de usar los ojos. Sonrientes caminaban los tres, ante la vista de todos, que paradójicamente, teníamos cara de estar viendo algo por primera vez.
Pero ella peló un caramelo y lo puso en la boca de él. Y él tomó el caramelo con la boca, pero se le cayó al piso. Un piso sucio de Godoy Cruz y Santa Fé. Un piso de millones de suelas por día. Entonces ella nos miró a todos, o eso creímos, y soltando su brazo tomó el caramelo del piso y lo volvió a poner en la boca de él, y después sonrío.
Creo que no nos vió a nosotros mirándolos perplejos antes, y mirándola perplejos ahora, sólo a ella. O no vió nunca millones de personas transitando, con suelas de lejos y de cerca, gastadas o gastadísimas, sucias o muy sucias, pisando los pisos de Godoy Cruz y Santa Fé. Quizás ese instante en que soltó su brazo para agarrar el caramelo del piso, fue suficiente para que ella demostrara que como persona era sólo un buen bastón. Quizás no vió sucio el piso, quizás no vió sucio el caramelo, quizás no vió el kiosco que tenía a cinco metros, ni el cartel de 3 caramelos por 10 centavos que pretendía, justamente, que todo el mundo lo viera. Ahora que lo pienso, quizás era él el que la llevaba a ella.
Ahora que lo pienso, quizás él era el ciego, y ella la que no podía ver.
18 de septiembre de 2008
Te lo juro por Dios
El hombre que creía en Dios, mantuvo con la fe la llama de la esperanza. La certeza en la plegaria con palabras de primeros auxilios que le había regalado una cultura como tantas otras. No pasaba momento sin rezo, sin agradecimiento divino; agradecimiento vacuo porque sabía que todo lo suyo ya era nada, y la nada angustia, y la angustia llanto, depresión, malestar. Pero creía. Creía que Dios estaba ahí y lo bueno vendría, anunciado o no, en hecho o palabra. Algo divino pasaría, y estaba agradecido de estar agradeciendo algo que simplemente no pasaba.
El hombre que no creía en Dios no creía en Dios ni en nada. Tenía fe, pero era distinta a la del hombre que creía. Tenía fe en que todo estaba perdido. Creía en nadie. Ni siquiera en él creía. No tenía ni imagen ni semejanza. No tenía nada. Y se revolcaba en su miseria solo, con la única esperanza de morir y apagarse de verdad, porque sentía que hasta su inexistencia era falsa. Y le dolía. Y no hay cosa peor que ser sin ser.
Uno con el rosario en la mano, y el otro con la ginebra. Los dos murieron en la misma soledad física. Y sin embargo fueron ellos, con su muerte y su vida, los que le dieron existencia a Dios. No era importante que uno repitiera palabras como un loro, y el otro se revolcara en sus gemidos. Sus vidas terminaron porque tenían que terminar. Porque morirse era lo más natural que podía pasarle a dos seres vivos. De morirse se trata la vida.
Pero Dios existe, y si existe es gracias a estas dos personas, que en abstracto dejan de ser dos y somos todos. Dios existe porque algunos creen y otros no. Porque si todos creyeran en Él, se daría tan por sentado que existe que pasaría a ser cómo respirar. Una constante sin dinámicas. Uno no cree en su respiración. Simplemente respira.
Y si nadie creyera en Él, ni siquiera existiría su inexistencia.
Por eso, estas dos personas, y todas las personas somos igual de importantes. Porque en la dinámica del opuesto nace la fuerza. La fuerza que magnificada y multiplicada por miles de millones de creyentes y no creyentes generan la confortable idea de un Dios. El Dios indiscutible que es omnipresente. Y si algo tan desorbitante, como todo el mundo generando una misma idea puede pasar; si un sistema tan complejo puede funcionar a la vez de una manera tan simple, quién más que Dios puede ser, el que en un ida y vuelta de responsabilidades existenciales, exista, gracias al hombre, de una manera discutible.
Ahora, hablando enserio:
Se acerca San Pedro a Dios y le pregunta: Dios, ¿vos crees en el hombre?
No, responde Dios. Soy ahomo.
10 de septiembre de 2008
Me miro en el espejo y me pregunto, ¿para qué viniste? ¿a dónde fuiste?
Y el laburo, que viene y que va, que pensate esto, que pensate aquello. Y los rumores del pasillo donde ni siquiera había pasillo. Todos mirandonos la cara, pero hablando lejos. Donde no se escuche. Y se filtró. Y aguante el rumor. Nunca me voy a olvidar de la fotocopia borrosa de Lipovetski o algún otro diciendo "el rumor es casi siempre verdad". Menos que mal que era verdad. Feo, pero pasó.
Con un escuadrón de neuronas reclutadas y atentas a la pantomima; a eso que es porque elegimos que sea, un poco jugando enserio a no jugar ni tomarlo muy a pecho. La alarma sonó. PANTOMIMA! PANTOMIMA! Y ahi estuve, dejando de ser el que era, para ser el que soy.
Ahora sé que elegir no es sólamente la remera roja o la remera azul (Keanu Reves elige pastillas, y yo remeras, ¿y?). Elegir es a veces entrar, pasar cerca, decir algo, no decir, mirar, o simplemente gesticulizar. Elegir se elige todo el tiempo. Así que ojo. Porque alguien te puede cuestionar, o mirar de costado.
Me pido disculpas por dejar pasar este tiempo sin pasar por este lugar. Estoy de vuelta, y de replanteos traigo poco. Lo dicho dicho está, y voy a seguir jugando enserio. Que algunas intimidades sean públicas y que el resto sea intimidad. Este lugar también lo elegí, pero siendo mucho más conciente que otros lugares.
17 de julio de 2008
15 de julio de 2008
27 de junio de 2008
Diáloco 6
- Serán dados.
17 de junio de 2008
Todo sobre mi madre
- Acá, ordenando papeles, vos?
- En el laburo todavía. Hoy me clavaron mal...
- Pero Fede, son las 22:30, tenés que descansar en algún momento.
- Si, voy a apurar acá porque no doy más. Aparte me duele un poco la cabeza y estoy de mal humor.
- Pero hijo, tomate algo. Una Cafia tomate. O ibuprofeno. Tenés ibuprofeno? La tira que te dí la semana pasada? Actrón sino, es lo mismo. Pero fijate los miligramos. Que sea de 600, y sino de 800. Si es de menos tomate dos. O dos Cafiaspirinas. Si son Forte mejor. Puede ser de la vista también. Ponete colirio y tomá algo. Tomalo con café para despavilarte, y tomate una buscapina para que no te caiga pesado. O una Baya sino. O dos Bayas. Cerró el kiosco de ahi al lado? Por ahi te conviene ir a la farmacia. Preguntale al tipo. Decile que te duele la cabeza y tenés nauseas. Temblá cuando le hables, y tratá de ponerte pálido. Exagerale así te presta más atención. Sino no te dan ni bola. Tenés la voz un poco tomada, vos te estás por engripar. Tomate un tecito de esos Vick, y un Refrianex, y comprate Supradyn que es vitamina C, y llevate por las dudas Bronquisedan o No-Tos. Por ahi te empieza a aflojar el moco y te da catarro. Mirá que te puede dar una lineas de fiebre, comprate Novalgina. Vos no estarás fumando cosas raras, no? Querés que te lleve a la guardia?
5 de junio de 2008
Clickear o no Clickear (esa es la intención)
Quién acata estas órdenes? Quién las ejecuta?
Bueno, resulta que últimamente me sentí especialmente atraído por una curiosidad que vino a mi, para dejarme cagado de risa de imaginar al meleke que sentado atrás de una pantalla, dedica sus horas a configurar mensajes para meter virus en las computadoras ajenas a través de MSN.
Por suerte no tengo la costumbre de aceptar archivos sin una explicación que me de certeza de lo que estoy recibiendo. Y es justamente eso lo que me parece genial de estos hombrecillos del submundo cibernético. El empeño en escribir frases que a uno le den motivos para aceptar la transferencia. Un intento con fines destructivos, si, pero un intento al fin. Y cuando ese intento trasciende las fronteras de los países y el lenguaje, y se enchotece el límite entre lo que alguien te puede llegar a decir y lo que no, lo que tenemos como resultado es una maldad simpatiquísima con la que vale la pena encontrarse.
Lamentablemente, todos los ejemplos que pongo a continuación vienen de amigos o conocidos que cayeron en las garras de estas joyas de la comunicación. Desde ya, lamento mucho su envirusamiento.
ay! que emoción! a ver a ver! (click)
Claro, se me dió por sacarme fotos en bolas y te las quería mandar. (click)
nooo! mi pelo no!! no se la pases a nadie!! (click)
acepto, pero dejá de hablarme en inglés.... (click)
........eh? (click)
noooo! mi pelo de nuevo noooo!!!
what? (click)
me gusta lo del error ortográfico adrede. (click)
ah si, cierto, soy amigo de Los Simuladores (click)
definitivamente mi preferido. (click)
fotos de Doña Elvira? qué horror!! (click)
Ahora unas propuestas mías para conseguir el click de la estupidez criolla:
29 de mayo de 2008
Deja deja deja vu
Entonces levanté el atado despacio, entre expectante y confundido. Miré la televisión y de alguna manera ya sabía que mañana tendría 6 de mínima, 15 de máxima, y precipitaciones aisladas en el conurbano bonaerense. Eso incrementó mi confusión.
Me levanté de repente para salir de esa sensación atemporal. Corrí la cortina y vi que el auto rojo se detenía en la esquina sin semáforo para dejar pasar al auto blanco. Para mi asombro los dos autos ya existían en algún rincón de mi cabeza. Eso también ya lo había vivido.
Me asusté hasta la desesperación. Y el susto y los movimientos temblorosos me eran tan familiares que me horroricé. Entonces busqué una esperanza de la que aferrarme. Una puerta de salida para el desconcierto que sitiaba mi sistema nervioso central. Y recurrí a lo atípico: hacer algo sin sentido que nunca hubiese hecho. Un acto que certeramente no encontrara antecedentes en mi conciencia. Y me desnudé por completo. Y puse la videocassetera sobre mi cabeza. Y con la mano que me quedaba descolgué el teléfono y lo enrosqué a mi brazo. Puse una pierna sobre la cama, y con la otra comencé a saltar. En ese momento de vulnerabilidad entró mi hermano por la puerta, y mirándome con asombro me dijo: ¿otra vez?
Dejé de saltar y me desmayé. Cuando me repuse no recordaba nada de nada. Lo único que quería era fumar un cigarrillo.
25 de mayo de 2008
Creo, me parece, me da la impresión...
- Que cualquier cosa que pongas en google imágenes te va a arrojar como resultado al menos un culo.
- Que está la gente que trabaja por dinero, y la que trabaja por gusto, y en esa diferencia radican muchísimas cosas.
- Que en gran medida son las diferencias físicas las que generan los mayores desentendimientos entre hombres y mujeres. Ponerla o dejarla entrar no es lo mismo.
- Que siempre la adolescencia es igual de rebelde, estereotipable, y distante de las otras generaciones. Que lo que cambia es el tiempo, pero como estructura, es siempre la misma adolescencia.
- Que el primer síntoma de cualquier enfermedad, se refuerza y se concreta con el diagnóstico. Creo que el "usted tiene tal cosa..." desencadena una correntada desde la psiquis que revoluciona a todo el cuerpo. No digo que haya que dejar de ir al médico, pero si.
- Que los policías son las personas que más mensajes de texto mandan por día.
- Que la libertad del alma se encuentra en el futuro. Que sólo en ese instante en que se mira hacia adelante se rompen los lazos del condicionamiento y la cultura aprendida.
- Que muchos problemas que existen se resolverían si no nos tomaramos las cosas intrascendentes y cotidianas tan enserio. Que muchos se olvidan que la vida es un juego. Y que en un mundo de pantomima, siempre se puede frenar, y buscar en la introspección personal, dos kilo´de desmaquillante.
20 de mayo de 2008
Reloj de Arena (Mar del Sur)
La situación no era corriente, pero después de tres días de playa ya estaba con una pasajera sensación de localía. Ya me había mojado los pies en el mar. Ya había mirado al horizonte con la incertidumbre de lo inmensamente grande, y con la inevitable angustia que siempre me generó Alfonsina, tomando de las mechas a la poesía, metiendose en el mar para ahogarse con ella, y resucitar. Esa convicción de muerte me pone los pelos de punta. Por suerte no estaba en Mar del Plata, pero había pasado cerca.
Estaba en un lugar mucho más grande. O en realidad era mucho más chico, pero había menos gente, y menos casas. No había cosas como balnearios ni locales de Havanna. Había playa, mar, un camping a cuatro cuadras, Tony (el perro al que le tocó ser mejor amigo de quién les habla), gaviotas, piedras, y yo. Nada más.
Estaba empezando a pensar en nada cuando clavé el talón en la arena y empecé a caminar, casi instintivamente, hacia atrás. La sensación era placentera, y mi cabeza buscó un sentido. Entonces la sensación le contestó con más instinto, e impulsó más pasos hacia atrás. La cabeza buscó sentido de nuevo y lo encontró. Entonces me propuso seguir con el talón hasta hacer un círculo en la arena; un gran círculo. Era un desafío geométrico simple, pero la simpleza en grandes escalas puede verse compleja. Cerré mi círculo y mi talón se sintió satisfecho, pero no (como siempre) mi cabeza. Entonces creí que tenía que hacer algo con ese círculo, y fue en ese instante cuando pasó una avioneta. Ahora ya sabía quién era mi público.
Una idea simple, obtusa, fácil y lo suficientemente confusa como para entusiasmarme. El círculo sería un reloj. El reloj tendría una hora. La hora no tendría sentido alguno, pero eso sí, cualquier persona tendría que hacer su propia interpretación. Un gran reloj en la arena, con una hora precisa marcada, daría a luz una fantasía. Siempre creí que no saber el porqué de algunas cosas, es acaso saberlo de una manera más interesante. Y este era el caso.
Entonces empecé a hacer la cuenta de cuántas cuentas tendría que hacer para mi reloj. En principio sabía que tenía que poner uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, y doce números. Y también sabía que tenían que estar a la misma distancia unos de otros. Nunca fui bueno en matemáticas, y presentía que estaba empezando a complicarse justo en el siguiente paso. No sé porqué, pero intuí que contar el total de pasos que tenía mi círculo me daría un dato con el que luego podría dividir, o sumar, o restar. Todavía no estaba seguro.
Con el círculo en la arena, comencé a caminar su contorno, y empecé el conteo. Centré mi esfuerzo en dar a cada paso el mismo tamaño. Tony no entendía un porongo de lo que yo estaba haciendo, pero yo tampoco entendía mucho de lo que él hacía. En ese perro encontré lealtad, y además respeto. Pero yo seguía el conteo, casi preocupado por el resultado. A paso firme enumeraba, pero también dudaba. ¿Cómo tendría que seguir la cuenta? El resultado dividido 4 me daba la ubicación del 12, del 3, del 6, y del 9. Pero eso era casi un reloj. Necesitaba todos los números, y mientras tanto seguía avanzando por el 23, 24, 25, 26, 27, 28...
La paradoja de caminar en círculo sin saber a dónde iría a parar me causaba cierta gracia, pero si hacía un reloj impreciso esto dejaba de ser esto y pasaba a ser una pérdida de tiempo, y eso era otra paradoja.
El último tramo del círculo fue determinante y además causante de todo este relato. Si el final no hubiese sido cómo fue, yo no estaría contando nada de esto. Había una huella bien marcada en el lugar donde había comenzado. En esa huella terminaba el conteo y por fin tendría el dato que sabía necesario. Escalofríos me dió suponerlo. Deslumbramiento presentirlo. Estaba ante una remota posibilidad, dejando de ser remota, empezando a ser posible. El final contó: 55, 56, 57, 58...59...60.
El círculo tenía 60 pasos de diámetro. Y eso significaba que el reloj, estuvo hecho desde un principio.
---------------------------------------------------
Mar del Sur es una villa balnearia, ubicada entre los arroyos La Tigra y La Carolina, en el partido de Gral. Alvarado.
Fundada en el año 1885, posee un hotel construido en la misma década, con arquitectura de estilo francés, con 100 habitaciones. Hoy es una residencia privada, y aunque abandonada, se dan recorridos turísticos, en los cuales se omite una historia que sucedió en su interior.
A unos 4 km al sur, se encuentra Rocas Negras. Un lugar donde se puede apreciar una formación rocosa que forma un espigón natural, que culmina con una imagen de María, entronizada frente al mar.
Más al norte (aprox. 2km) hay un estuario en donde hay una pequeña cascada de unos 2m de altura.
Otro curioso atractivo es la Casa de los Caracoles, construida por don Herve E. Plaul, quien la recubrió totalmente de caracoles en una tarea que le insumió 12 años y finalizó en 1996.
16 de mayo de 2008
29 de abril de 2008
22 de abril de 2008
Luca Vive (en el sexto piso)
Entonces me dispuse a salir, para ver si con la gente amontonada en José María Moreno y Rivadavia las fichas se acomodaban.
Estaba en el piso 8vo, y para salir necesitaba de ese aparejo lleno de botones que sube y baja a la gente. Algo que para mi debería llamarse ascensor y descensor. Pero sea cual fuere su nombre, ningun nombre le correspondía si no funcionaba, si no cumplía con el fin para el cual había sido construído. Y eso era exactamente lo que pasaba. El ascensor no ascendía ni descendía. El ascensor no funcionaba.
Entonces opté por el medio fiel y alternativo de la escalera, y comencé el descenso. Pasé por el piso 7mo casi sin mirar, y las voces con eco de pasillo que venían de más abajo comenzaban a sentirse más y más cerca con cada escalón. En el descanso de la escalera que unía el 6to con el 5to, identifiqué la fuente de los lamentos que venía escuchando desde hacía dos escaleras. Era una pareja de ancianos, ella en bata, él en pijamas, ambos ancianos, ambos quejosos, ambos indignados, porque no encontraban ni fidelidad ni nada en la escalera. Cada movimiento era una gota de conciencia para un cuerpo que ya no la necesitaba. Una molestia, un sin fin de escalones, una tortura espiralada. Entonces pienso que no hay médico ni remedio para esos estados de ánimo, pero si pensaba rápido y práctico quizás si, podía decir algo optimista. Uno de esos “hay cosas peores” que placeban superficialmente las cosas.
Entonces me doy vuelta, ya habiéndolos pasado, como el conejo pasa a la tortuga, y les digo: menos mal que es en bajada, peor sería estar subiendo...
Él levanta la vista, y con la boca semiabierta me mira, toma aire, y cuando creí que iba a escuchar otra queja sorda y desconsolada, me dice con voz fuerte y bien entonada: Juventud! Divino... tesoro...
Tardé en darme vuelta. Llegué a planta baja, a la calle, a José María Moreno. Estaba repleto de gente, pero eso ya no importaba. Ese día deambulé por la calle durante horas, y sin embargo, no encontré forma alguna de bajar del 6to piso.
15 de abril de 2008
De importans of saund
On di oder jand, if iu du spik Inglish, iu wil bi anderstanding, widaut riding it.
Güords jav de sin of biing important for wining several batls agenst taim. Bat lisen tu wat aim seing tu iu widaut riding it, bicos aim not wraiting it.
Its de saund dat oupens de geits tu anderstending. Güords ar de cónsecuens. E preset simbol sistem of mutual anderstanding. E comon set ap. Bat güords ar not as important as leters. And de leter dat dasnt riprisent e saund, saséptibl of biing anderstúd, is not important.
Iu kant wrait enizing dat dasnt jav e saund.
Nazing dat dasnt riprisent e saund kan bi red.
Evri saund dat can bi anderstúd, is e güord.
4 de abril de 2008
Va a haber una vez
Gonzalo se convertirá en un hombre de bien, y conocerá, como suele suceder en estos casos, a una mujer que lo merezca.
Patricia será una madre de esas que desdibujan los roles constantemente, estableciendo lazos de hija con su pareja, de pareja con su padre, de hermana con sus hijos, etc, etc, etc. Aunque eso no quitará su debienez.
De este matrimonio nacerá Felipe. Un niño con una gran capacidad para el juego, la inventiva y el arte de la astucia como forma elaborada de inteligencia de aplicación práctica.
Esta natural disposición a la resolución espontánea de problemas cotidianos lo hará triunfar en el mundo laboral. Pero eso será quizás parte de otra historia y no viene al caso.
Lo realmente importante, sorprendente, llamativo y curioso de esta historia, sucederá poco después de que Felipe cumpla los 7 años. Día en el que recibirá por regalo a Chungo, un hermoso ovejero belga, de caracter dócil, solemne y juguetón.
Chungo y Felipe serán inmediatamente grandes compañeros.
A mediados de enero de ese mismo año, Felipe y Chungo irán de veraneo a la costa, y cruzando la avenida que separa la casa que alquilarán del mar, Chungo será atropellado y luego pisado por un bus lleno de monjitas cantando “Señor de Galilea” con tanto ahínco, que nadie, ni el chofer ni las devotas, notará el ladrido o el crujido de los huesos de Chungo entre la goma y el asfalto.
En ese momento, el grito de Felipe hará que Gonzalo corra con toda velocidad hacia su hijo, para levantarlo en brazos y apoyando la desconsolada cabecita en sus hombros, le susurrará al oído:
- Tranquilo hijo. No llores. Nada de esto ha pasado todavía. Iremos de vacaciones a otro lugar, o pondremos a Chungo una correa para que nunca cruce la avenida.
Así Felipe dejó de llorar, sonrió, y vivieron, cuando pasó esto y no lo otro, felices para siempre.
3 de abril de 2008
Someconoc ol lauc lat odnum le
Los sistemas político, económico y religiosos eran el producto irrefutable de un ensayo-error que llevaba siglos perfeccionandose.
La gente tenía su trabajo, su casa, y sus familias o amigos. Los más afortunados, tenían terapeuta y una carrera de grado.
Provenientes de tierras lejanas, en el año 2042 arriban a las costas de América tres barcas al mando del cacique Crostibolur Culum, que tenía por fin restaurar las tierras del eterno origen, donde sus antepasados habían forjado los lazos más nobles de convivencia con la naturaleza. Otra fuerza que motivaba la expedición era la demosración empírica de una teoría que sostenía que el ciclo del tiempo era circular, y no lineal como se creía en otras culturas.
La reconquista se dio desde la costa, hacia el centro, norte y sur del continente. Los reconquistadores emprendieron así, una cruel matanza del hombre civilizado, imponiendo un replanteo del credo y las costumbres, que derivó en una alteración demográfica y cultural con antecedentes.
Reinó así la inferiorización y el desconocimiento de la naturaleza humana de los pueblos habitantes al ser reducidos a la categoría de "encomendados", sometidos y desconocidos como seres humanos con derechos.
Así el hombre de traje fue muerto o, con suerte no mucho mejor, obligado a trabajar bajo una relación de respeto y sumisión a las órdenes de la naturaleza hasta desfallecer, alejado injustamente de sus tv’s de plasma, controles remotos, vidrieras y ordenadores.
Las mujeres con ropa de Rapsodia y Akiabara fueron violadas y después muertas.
Los edificios y shoppings fueron derrumbados sin clemencia, y en su lugar se instalaron montes y animales. Los sueños y las construcciones de los que habían ocupado estas tierras fueron devastados a cada paso de la reconquista.
Un brujo y su séquito arribaron a las tierras avanzado el reestablecimiento, para dar la posibilidad a hombres y mujeres de desbautizarse, prometiendo en su lugar la protección y atención a la madre tierra. De esta manera la muerte tenía una opción de no ser. Había que adorar lo que los reconquistadores. De lo contrario, se moría.
El golpe más duro del que se tiene registro en el territorio nacional, fue lo que se conoció como La Conquista del Microcentro, durante el mandato del Gu principal de la época Jun Manul de las Rosas.
Al día de hoy, los civilizados se encuentran en grupos reducidos y dispersos. Algunos aun demandando la reconstrucción de peatonales y zonas de WiFi, otros resignados se dedican a practicar sus antiguas costumbres como patrimonio innegable a la libertad del individuo, tarareando canciones de U2 o debatiendo las añoradas temporadas de Lost.
La lucha de estas minorías es apoyada por organismos no madreterrenales, aunque en general se considera una lucha perdida, un testimonio poco interesante de una cultura que ya no tiene lugar ni razón de ser.
31 de marzo de 2008
Diáloco 5
- Depende...
Julio
Luego la borra, y la vuelve a usar.
No deja pasar ningún pensamiento,
sin darle palabra con la que expresar.
Pero luego comete su propia matanza.
Su propia barbarie, su nulo existir.
Quizás quiera ser borrador erudito,
y a sus fines absurdos necesita escribir.
Tal vez así logre, ganarle al pasado.
Ser siempre presente. Anacronizar.
Julio el descartable, en las bibliotecas,
es libros que nunca nadie pedirá.
Sin embargo su hoja, la eterna, la misma,
aunque sin palabras supo cobijar,
ni oraciones bimembres, ni puntos, ni comas,
más si aquellas marcas del tiempo al pasar.
Marcas imborrables como un sentimiento.
Marcas que no saben el tiempo callar.
Julio está encerrado en un sentimiento.
Por eso es que borra, no puede escapar.
Julio nunca escribe. Rellena las marcas.
Julio acaso es preso de su libertad.
24 de marzo de 2008
Diáloco (extended version)
Mira por la ventana sin atender.
Atiende.
Carmen:- Hola?
Voz:- Si, quería hablar con Nestor por favor.
Carmen:- Disculpe, no le entiendo.
Voz:- Que quería, por favor, hablar con Nestor.
Carmen:- Si, lo que quería lo entiendo perfectamente. Lo que no entiendo es lo que quiere.
Voz:- Perdón, ¿quién habla?
Carmen:- Hasta ahi, usted. Ahora yo...
(se produce un silencio)
Carmen:- Ahora nadie. Ahora yo de nuevo...
Voz:- No entiendo nada... Hagamos una cosa. ¿Le puede avisar a Nestor que llamó Hernán?
Carmen:- Si, como no. (alejándose del teléfono) Nestor, llamó Hernan.
Hernán:- Pero cómo! ¿Está ahi Nestor? ¿Porqué no me avisó?
Carmen:- Pero usted no se decide señor. ¿Le aviso a Nestor que llamó Hernán? ¿O le aviso a Hernán que llegó Nestor? ¿Qué es lo que quiere? ¿Volverme loca?
(Abrupto)
Nestor:- ¡Hola!...¿¿Quién habla??
Hernán;- Hasta ahi, usted. Ahora yo...
(se produce un silencio)
Hernán:- Ahora nadie. Ahora yo de nuevo...
6 de marzo de 2008
Dialoco 4
- ....
Dialoco 3
- Si, es verdad che. Cuánta razón que tenés. Hay mucha gente que conozco que no se da cuenta que es mejor quedarse callado porque no están diciendo nada que aporte a lo anterior. A veces es mejor quedarse callado y no decir nada. Jaja! Cuánta razón.
5 de marzo de 2008
Fílmala de nuevo, Sam (o manifiesto de odio)
Desde el vamos, la disposición de contenido cinematográfico en Argentina deja bastante que desear. Casi el 80% de las salas son Norteamericanas, y las películas que se proyectan son en el mismo porcentaje estadounidenses. ¿Esto quiere decir que yo todos los meses voy a tener a Willie Smith pegandole a un bicho distinto, diciendo grandiosas frases y salvando al mundo? Por favor, no.
Me parece bien el convenio por el cual de cada 10 películas, por lo menos una o dos, ¿tres cómo mucho? son argentinas. De hecho hasta me parece que podrían ser más.
Es verdad que el cine europeo a veces tiene ritmos que los americanos del sur no tenemos.
Esas escenas de cinco minutos de silencio donde no sabés si la película es así o dejaron la cámara prendida sin querer. Pero vamos, que un poquito de mezcla le da más gusto.
De cualquier forma, esto sigue siendo un manifiesto de odio, así que volviendo a Hoytts, Cinemark y el empacho que me causa el mundo pochoclero, quiero decir:
Odio los discursos antes de apretar el gatillo. El crimen es viceral, no mental.
Odio cuando son 10 contra 1 y se acercan de a uno para pegarle al héroe.
Odio que corten el cable correcto de la bomba cuando el reloj marca 00:00:02.
Odio al personaje oscuro, raro y loquito que te ponen siempre para que pienses toda la película que es el asesino, y que al final sea el mejor amigo.
Odio al policía que después de seis explosiones, tortura psicológica, cuatro balazos y una caída desde el 4to piso, aparece al final con nada más que un puto brazo enyesado, recibiendo una medalla, cuando debería haber perdido cinco dientes, la movilidad de una pierna, las ganas de vivir y por lo menos un ojo.
Odio que Ben Stiller haga Jumanji en un museo.
Odio que le puedas decir "siga ese coche!" a un tachero y el chabón active al toque como si fuera el primo de Alan Pros.
Odio las comedias románticas, y esas discusiones de "somos tan distintos que nos amamos".
Odio que las tribus salvajes de la jungla siempre entienden al rubio que les dice "just wanna talk. we friends".
Odio la gente que baja al sótano con la luz apagada cuando escucha ruidos con los que nadie, por más conchudo que seas, se animaría a bajar.
Odio los autos que no arrancan de primera cuando viene el asesino.
Odio que Morgan Freeman nunca pierda la calma.
Odio que 300 sea el slow motion de Gladiador, con una pizca de Narnia, Sin City y El Señor de los Anillos.
Odio, y me preocupa.
Me preocupa porque son siempre las mismas películas.
Me preocupa porque Blockbuster es una onda expansiva de esta mierda saturada.
Y sobretodo me preocupa la risa y la emoción del opa que te puede tocar al lado, que no para de hacer ruido con la caja de pochoclos.
Lo odio.
20 de febrero de 2008
Qué sin cómo.
Una persona.
La vereda.
De enfrente.
El kiosco.
La esquina.
Un auto.
La gente.
Un pedido.
Una ayuda.
Una moneda, de onda, jefe.
El semáforo.
El rojo.
El amarillo.
Y el verde.
La senda.
El peatón.
El policia.
El momento.
El día.
La hora.
El lugar.
El silencio.
La palabra.
El tono.
La mirada.
El espanto.
El susto.
La reacción.
El grito.
Y el llanto.
El asfalto.
La sangre.
La demencia.
El trabajo.
El dinero.
La muerte.
El de arriba.
El de abajo.
18 de febrero de 2008
Dialoco2
- Si.
- Gracias.
13 de febrero de 2008
Dialoco1
- Tenés razón...
12 de febrero de 2008
11 de febrero de 2008
Yareth, El Rico
Pero el motivo de su andar por el desierto era todavía más fuerte que el astro rey.
Su sed estaba a punto de volverse locura cuando llegó a lo que parecía ser un grupo de rocas, apiladas por un capricho más humano que geológico. Entonces supo que no faltaba mucho para justificar años de conjeturas mal trazadas por sus antepasados. La segunda piedra desde el este sería el escalón, y la tercera se empuja para abrir la cuarta. Ésta se atraviesa como un tunel hasta dar con una quinta, que debe abrirse del mismo modo en que se abren los antiguos baúles bárbaros. Girando para arriba.
Ésta última parte era la que más lo había preocupado durante todos estos años, dado que no había visto jamás cosa tal como un antiguo baúl bárbaro. Pero habiendo seguido las instrucciones de aquel papiro que no se animaba a sostener como a los otros papiros, llegó a la piedra y entendió que todo iba en la forma ovalada con manijas de la tapa rocosa. Eso hacía que girar para arriba tuviera sentido. Era algo que sólo viendo aquella forma lograba entenderse.
A esta altura, ninguna de las otras opciones para llegar al cofre le parecía menos accesible que la que indicaba el papiro. Por cualquiera de los frentes de la pila de rocas se llegaba hasta allí con facilidad. Pero quizás la idea de pasar a través de una piedra antes de llegar al tan ansiado tesoro, le ponía un condimento extra a la historia que luego él se encargaría de contar. Que la humanidad se encargaría de contar. Quizás atravesar una piedra lo ponía lo suficientemente cerca de los actos que sólo cometerían un gran rey milagroso, o un cierto Dios. Quizás el hecho de pasar por una piedra era reversionado por los historiadores como la desmaterialización del cuerpo del Gran Yareth. El milagro necesario para que todo suceda. Pero lo cierto es que toda esta conjetura ocupaba poco más de medio segundo en la cabeza de aquel buscador que estaba empezando a dejar de serlo.
Girando lo que parecía ser la tapa de todas las tapas, Yareth empezó a ver como se desvanecían todas las imágenes que había designado con la imaginación para aquel objeto mágico. Por una vez en la historia de la humanidad, lo real era más bello que lo imaginado.
Lo que pasó después fue claramente producto de la intervención humana. Lo divino era el objeto mágico. Lo perfecto era lo preciso de la búsqueda y el encuentro. Pero una vez en manos del hombre, aquel objeto no hizo más que ser usado con imperfección.
Las historias que conocía Yareth dictaban que había que frotar el objeto para que un genio apareciese y concediera, en principio, tres deseos. Una vez concedidos, el genio evaluaría el placer generado por conceder estos deseos, y si gustaba de hacerlo, entonces la cantidad de deseos a conceder ya pasaba a ser un trato entre amo y genio. Ya era una cuestión de afinidad divina.
Claro que poco se sabía respecto de los placeres geniales. Por lo que la mejor opción parecía ser la eficaz y personal ejecución de los primeros tres, y recién después, si es que algo de esto sucedía, valía la pena poner toda la atención al servicio de la relación amo-genio y sus menesteres.
Yareth frotó el metal precioso con ambas manos y se hizo dueño de la palabra "expectativa".
Por desgracia para este relato, lo primero que salió de la boca del expectante Yareth fue: "Quisiera entender como funciona esto...".
En ese mismo instante la cabeza de Yareth se iluminó como nunca antes. En ese instante, no sólo entendió que tenía que expresar sus deseos en voz alta, también entendió que en eso de entender ya se le había ido un deseo. Entonces supo que los próximos dos deseos tendrían que ser la pronunciación más perfecta e inequivoca jamás hecha. No podía desperdiciar una palabra más, y acudiendo al motivo de todos los motivos sentenció: "Quiero ser rico!".
En ese momento el cuerpo de Yareth se dividió en dulce y salado. Sus brazos se volvieron los más exquisitos azúcares confitados sobre la faz de la tierra. Sus piernas estaban hechas ahora de extraordinarios bocados. Sabores que quizás conjugarían los manjares existentes y no existentes de todas las culturas.
Yareth era extremadamente rico, y en el fallo de su segundo intento su ira era tal que nublaba los cielos. Su grito en medio del desierto había hecho retroceder a más de un escorpión.
Entonces volvió a tomar el objeto, que estaba haciendo algo muy distinto a cumplir sus deseos, e hilvanó la que sería su última oración: "Quiero una gran cantidad de dinero!".
Los billetes empezaron a salir del viento y de la arena. De las rocas y del Sol. Los billetes volaban en círculo alrededor de aquel que ahora era todo alegría. De aquel que ya sentía saldado su esfuerzo y su dedicación, que sí tenían precio. Exactamente el precio que le estaba siendo pagado.
Pero Yareth y su alegría olvidaron que reír, gritar y llorar en festejos, eran atentados mortales para alguien que además de adinerado, era rico.
Entonces su piel de chocolate comenzó a derretirse, y sus salsas chorrearon, y sus cremas se batieron.
Dice este relato que Yareth murió felíz y casi sin saberlo. Será porque finalmente había tenido sus tres deseos. Porque entendió. Porque era rico. Y porque tenía todo el dinero que siempre había querido.
De Yareth en adelante, la leyenda cuenta que hay un lugar en medio del desierto, cerca de unas rocas, lleno de dinero, donde los más exquisitos manjares emanan de la tierra.
Nada se volverá a hablar jamás del objeto, ni de su uso. Ya que de alguna manera, lo que todos hubiesen deseado, se encuentra volando alrededor del rico Yareth.
Pobre esta gente que no sabe que fantasea con la tragedia de un hombre.
Pobre Yareth que en su muerte nunca se dio cuenta que a su genio, al final, le había resultado placentera su forma de desear.
4 de febrero de 2008
Messenger Z
Hace un tiempo hablaba con una piba del barrio que tendrá unos 18 años. Yo repasaba la anécdota de una pelea callejera de la cual había sido testigo hacía no mucho tiempo. La comparación me fue inevitable: "uno tiró una patada que parecía Bruce Lee!", dije intentando aportar a la imaginación.
Algo pareció cortar el hilo de la conversación. Me mira y me pregunta: "Quién es Bruce Lee?".
No quiero caer en el obvio "las cosas de antes..." o "en mi época".
Brindo entonces con este dibujo por el encuentro entre generaciones y por una activa transmisión de la cultura.
Aunque sinceramente, eso que hacía Afrodita de disparar las tetas, no tiene comparación.
2 de febrero de 2008
Celulife
Enviá la palabra ANIMO al 2222, y recibí los mensajes espirituales del I CHING.
Enviá la palabra ADOLESCENCIA al 1718, y recibí las mejores técnicas para masturbarte.
Enviá la palabra IDIOTA al 0000, y recibí el costo en la factura de tu cuenta telefónica.
Enviá la palabra RUTINA al 1234, y recibí el mismo mensaje, todos los días, a la misma hora.
Enviá la palabra INTRIGA al 4321, y recibí mensajes sin mensaje.
Enviá la palabra BOOMERANG al 1221, y recibila de vuelta.
Enviá la palabra SUBJETIVO al 3333, y recibí mensajes para interpretar como quieras.
Enviá la palabra ESTAFA al 0600, y no recibas ningún mensaje.
Enviá la palabra TERAPIA al 0045, y ¿qué mensaje crees que te gustaría recibir?
Enviá la palabra INDECISO al 1111. O al 1112. No, al 1212.
Enviá la palabra OPTIMISMO al 1010, y pensá que hay gente no tiene ni celular.
Enviá la palabra ESTREPTOCARBOCAFTIAZOL al 7777, y cortá con toda esta mierda.
26 de enero de 2008
Nada que tipo
Nada es un amigo durmiendo con tu mujer.
Una mujer que es tuya también es nada.
Un número equivocado. La decoración de una Iglesia. Un portarretratos en Navidad. Nada.
El instinto maternal de una mula. Nada.
Lo blanco que pueda ser el fondo de un vaso. Nada.
Un chiste de velorio. Un velorio. Nada.
La moda, cuando pasa. Nada.
La suerte recordada. Nada.
Las noches no soñadas. Nada.
Un whisky sin penas. Un miedo sin cuco. Un gato castrado. Un sólo estornudo. Nada.
El helado de pistacho. El esfuerzo en el olvido. Y el sentido de leer un diccionario de corrido. Nada.
Un brindis de oficina. La ternura de un pekines. Un ventilador el dos de enero. Una verdad que no es. Nada.
El gusto de lo caliente. La temperatura de lo dulce. El plato decorado del hambre. Nada.
Nada. Que es lo mismo que todo. Dicen. Nada.
25 de enero de 2008
Sub Sistencia
Como verán... al no llevar pilas... es sumamente económica... y su rendimiento mucho más prolongado...
De esta manera... usted va a estar preparado... para los frecuentes cortes de luz... que van a generarse a partir de las inundaciones... causadas por el deshielo típico ... consecuencia del calentamiento global... y todo por la módica suma de $3.
- Flaco, dame una.- dice un hombre en la primer fila.
- Si, a mi deme tres joven.- interrumpe una señora que está por bajarse del colectivo.
- ¡Te compro todas por 100 mangos flaco!- grita un viejo desde el fondo.
De repente el colectivo se frena.
- Abajo todo el mundo menos el de las linternas...- dice el chofer con un arma en la mano.
Ángel Tinazcu
En su juventud supo hacerse de una peculiar reputación, sobretodo en sus ámbitos de estudio primario y secundario.
En el Mariano Moreno de Caballito que lo vió crecer, durante su 7mo grado, fue sancionado 17 veces, asaltó la cafetería en varias oportunidades, se exibió desnudo bajo el guardapolvos en ocho recreos, dejó embarazadas a dos compañeras de curso y escribió "puto el que lee" en el pizarrón cada día del año académico.
Al cumplir 21 años ya tenía treinta y cinco hijos no reconocidos, y Juan Manuel y Eugenia Soledad en camino, aunque por diferentes madres.
Al tiempo intentó someterse a una vasectomía, pero fue inútil. Dejó embarazadas a la cirujana y a una enfermera del cuerpo médico.
Cuanto tenía 28 años, dejó su actividad bursatil en la bolsa de comercio, para ocupar un puesto fijo en el banco de esperma de la República Argentina.
Se calcula que para 1992, más de la mitad de la población inseminada artificialmente, llevaba sin saberlo el apellido Tinazcu.
A los 47 años, encuentran su cuerpo sin vida en su departamento de Hidalgo y Yerbal.
Según resultados arrojados por la autopsia, habría sido beneficiado con 2 meses en promoción de un famoso canal de películas condicionadas, y recibiendo una descarga eléctrica en su miembro tras perforar la pantalla, se concluyó que habría fallecido instantáneamente.
Ángel Edgardo Tinazcu no existía antes de estas líneas.
Pero ahora que lo hemos generado mentalmente, le deseamos en paz descanse, y a su familia, nuestro más sentido pésame.
24 de enero de 2008
Evolución
Esto explica que haya gente con rasgos físicos de perro, o gato, ave o topo. Por eso algunos rien como hienas y otros como chanchos.
Todas las especies evolucionamos de todas las especies. Esto sucede de acuerdo a las necesidades de cada vida, genéticamente heredada y prefigurada, una y otra vez. En esto va que cada uno sea único e irrepetible. Es porque siempre mutamos.
Porque el ave alguna vez fue pez, y el lobo alguna vez fue vaca. O no. O si. Depende, infinitamente de cada caso. De cada necesidad.
Lo cierto es que el gato que gusta de trepar, se convierte con los siglos en ardilla, y luego en mono. Así como el león, que gusta de dormir demasiado, se vuelve en mil vidas oso, y en mil más marmota.
Darwin no vio la evolución. Vio sólo un fragmento, de verdadera transformación, pero incompleta. Estrecha.
Hasta incorrecta me animaría a decir.
Al fin y al cabo, un mono que se vuelve hombre, tampoco está evolucionando mucho que digamos.
Verbeando palabreas
Vocableas todo el tiempo e inalcanza.
Inalcanza dejar palabreada la cosa.
Nombrada. Tenida.
Lo que instantea su existencia es palabrearlo, si.
Pero inalcanza.
Sólo nominarla es tenerla.
Pronunciarla es humanizarla.
Mirá! Un blablabla!
Todavía no la tenés.
Mirá! Un koblabla!
Dale que falta poco. Dale.
Mirá! Un koala!
He ahi una palabra. Aleluyea tus gritos.
Se tuyea el mamifero oriental.
Felicitote. Ahora verbea.
Accidentes
Hay un hombre en la vereda de enfrente que no cree que haya sido un accidente.
Hay una mujer al lado de ese hombre que nunca más cruzará Fitz Roy.
Hay un adolescente un poco más acá que cree tener la mejor anecdota del día, y contará este accidente diez veces de hoy a mañana, ajustando detalles cada vez que lo haga.
Hay una señora a mi lado que grita: Ambulancia! Ambulancia! Policía! Llamen al canal de las noticias! Ambulancia!
El que atropelló a quien se encuentra en el piso, se toma el mentón alargando con la imaginación los segundos que duró el amarillo del semáforo.
Una niña en la esquina hoy no dormirá. Y su madre le dirá que eso le pasa a la gente que se porta mal.
A un señor entre mayor y anciano que se encuentra parado bajando el cordón, le resulta imposible sacar los ojos del escote de la mujer que intenta brindar primeros auxilios.
Hubo un accidente en la esquina de Fitz Roy y Santa Fe. Pero la verdad es que hubo tantos accidentes como gente se acerque al lugar.
Chiste
Es una señal...
No descartes
Luego desayuno, luego pienso, luego existo.
Luego leo algunas noticias, que otros piensan, y otros existen. Luego pienso. Luego existo.
Luego compro, luego vendo, luego controlo que entre y salga, luego firmo, luego pienso, luego existo.
Luego vuelvo, luego como. Luego enciendo la tv y miro un canal, dos canales, tres canales, y no pienso. Pero existo.
Luego eructo, me levanto, me cepillo, y me acuesto. Luego leo.
Luego apago la luz, luego bostezo, y luego pienso tanto en la oscuridad, que antes de volver a existir me quedo profundamente dormido.